En el calendario celta, el 1er de febrero se marca por la festividad llamada, Imbolc, o Ymbolc.
Imbolc es asociado al Norte, al Invierno, a la Noche, al Azul Índigo, al Blanco (Gwen), a la pureza (Gwven), a la luna, al agua purificadora y por lo tanto al sistema que acompaña el riñón que purifica nuestro organismo a diario.
Es a la vez la purificación, la liberación de la mente y el levantamiento del retiro invernal para dar la bienvenida a la primavera.
Para que haya vida, es necesario ser limpio de impurezas.
Dice la leyenda que Imbolc proviene del irlandés, significando « en el vientre », asociando esa época a la oveja pregnada, cuya subida de leche anuncia el parto próximo.
Imbolc es el periodo en el cual nos preparamos a salir del invierno. Es la vuelta de los trabajos en los campos. Los días vuelven a crecer y a calentarse. Los brotes verdes emergen de nuevo, después de un largo sueño invernal. En ese periodo, averiguamos las herramientas estén listas para usar, que todo esté en orden, con el fin de que la comunidad se vuelva a poner en marcha. Para ello, íbamos trazando los surcos que acogerán las primeras semillas. Y la limpieza de primavera empezaba a tomar forma.
Emergiendo del suelo aún bien frío, el narciso de las nieves es el símbolo de esta época: símbolo de la alegría del crecimiento, del renacimiento, de la vida que triunfa. Es la esperanza del renuevo. La vida se impone.
Rituales asociados a Imbolc
Esos días puedes invocar a la diosa celta Brigid con el fin de purificar y proteger tu casa.
También es necesario que acabes las tareas inacabadas del invierno y luego vete a celebrar el día caminando en conciencia en la naturaleza, en búsqueda del renacer, de la primavera que vuelve. Ábrete a todos tus sentidos…